Quédate: Comprométete, Prepárate y Apóyate
Abraham Lincoln dijo: “Me prepararé y algún día llegará mi oportunidad”.
Al ser de Illinois, la historia de Lincoln se integró en mi experiencia de crecimiento. Esta cita, en particular, se pronunciaba a menudo en mi casa: “Preparar”. ¿Preparar para qué?
Dudo que cuando Lincoln dijo estas palabras supiera el impacto que tendría su vida, sus decisiones y liderazgo en nuestra nación. Dudo que de niño, pensara, algún día seré presidente de esta gran nación. En su lugar lo imagino con hambre de aprender, pasión por conocer a Dios y seguir su plan, trabajando duro y teniendo el coraje de cruzar la siguiente puerta abierta.
Vi a mis padres seguir los pasos de la sabiduría de Lincoln. Se prepararon, trabajaron duro, vigilaron las puertas abiertas y aprovecharon al máximo cada oportunidad que se les presentó.
Se prepararon y las oportunidades se les presentaron y no huyeron, ni dudaron de las oportunidades, las abrazaron para poder tener un impacto en el mundo que los rodeaba.
El fallecimiento de mi madre me ha abierto los ojos para ver, cuán profundo puede ser el impacto de vivir dentro y fuera de los dones que Dios nos ha dado. Mi mamá era tierna y compasiva, ella realmente se preocupaba por la gente. Los años de preparación se tradujeron en impacto, un impacto que solo se ha notado desde que ella se fue, por medio de gracias y la avalancha de llamadas, mensajes de texto y tarjetas, ha sido abrumadoramente hermoso. Me doy cuenta de que la oportunidad de la que hablaba Lincoln, es la oportunidad de vivir como vivió mi mamá.
Mi mamá fue fiel a cómo Dios la hizo, aprovechó al máximo los dones que le dieron y los administró bien. Por su constancia, por su decisión de apoyarse en sus dones y experiencias, llegó su oportunidad. Y qué impacto ha tenido ella en este mundo.
Tal vez hemos visto demasiadas películas o nos hemos hastiado del fenómeno de los videos virales y de las personas “influyentes” en las redes sociales que parecen tergiversar nuestra perspectiva sobre, lo que significa prepararse, trabajar duro y aprovechar las oportunidades cuando se presentan. Este vertedero constante de información dan forma a nuestras mentes para pensar que si no somos un éxito instantáneo, entonces no vale la pena. Si no se traduce en seguidores y efectivo, entonces no es significativo.
La vida real no es el éxito instantáneo. El impacto real no es un like en el video medianamente viral. Impacto eterno, es del tipo en el que, las personas se transforman, los corazones se suavizan y las vidas se presentan al Dios del universo: este es el impacto que importa. Este es el impacto que requiere preparación, compromiso y enfoque en las oportunidades.
Esta semana en Cup of Hope estamos concluyendo nuestro estudio sobre el tema: Quédate cuando es más fácil huir. Hemos discutido doce personajes bíblicos, cada uno de los cuales nos ha enseñado cómo permanecer, en lugar de huir, cuando las cosas se ponen difíciles.
Esta semana no es diferente. Miraremos a nuestro salvador Jesús y dos personajes importantes de su linaje.
Rut fue la madre de Obed, quien fue el padre de Isaí, quien fue el padre del rey David. Fue a través del trono de David que se nos dice que habrá un Reino duradero y un Rey eterno, Jesús.
Hay tres lecciones relevantes que aprendemos de Ruth, David y Jesús.
Ruth
La joven Ruth nos enseña la importancia del compromiso. En el libro de Rut, se enfrenta a la pérdida, al dolor y durante esta pérdida, se enfrenta a una decisión: Quedarse y comprometerse con su suegra, lo que significa comprometerse con una nueva tierra, nuevas costumbres, nueva cultura y nuevo Dios o quedarse en su país, sus costumbres y su vida conocida.
Ruth tenía dos opciones. Podía volver a su propia tierra y “obedecer” la insistencia de su suegra. O podía permanecer comprometida a la familia que le quedaba, su suegra Noemi.
Rut 1:14: “Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, más Rut se quedó con ella.”
Esta sección de las Escrituras se titula “La lealtad de Rut”. Ruth se quedó y se aferró a la promesa, se aferró al compromiso hecho y no permitiría que ni siquiera la muerte la desviara o la distrajera de ese compromiso.
Descubrimos más adelante en el libro de Rut que su lealtad y compromiso traen una gran bendición, no solo para ella, sino también para Noemí y, finalmente, para el resto de la humanidad.
El compromiso es un rasgo de carácter que atraviesa este linaje familiar.
David
El compromiso de David es notorio, incluso desde muy joven como pastor. En los pastos, David se encontró con muchos gigantes, osos y leones, depredadores que trataron de arrebatarle su rebaño. En esos encuentros, David, al igual que Ruth, tenía una opción, podía intervenir o huir para protegerse.
David se comprometió a hacer un gran trabajo en el puesto al que fue llamado, seguir los caminos y mandamientos de Dios. Y como tal, entró de lleno en su llamado a ser Rey de Israel a través de meses y años de entrenamiento primero como pastor y luego en el campo de batalla.
Estas pruebas en el campo de batalla le enseñaron que Dios estaba con él. Desarrolló la fuerza, la resiliencia y el corazón de un guerrero. Y en 1 Samuel 17, encontramos a Israel en necesidad desesperada de un hombre con un corazón guerrero para pelear contra Goliat y David es justo el guerrero para el trabajo. David le habla a Saúl de su deseo de enfrentar y pelear contra Goliat.
1 Samuel 17: 36-37: Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
David, en su compromiso con el corazón de su Dios, y con el trabajo que le había sido asignado, estaba preparado ahora para enfrentar al gigante más grande de todos. David confió en su preparación como pastor de las ovejas de su padre. Aunque nadie más lo creyera, se mantuvo comprometido y confió su experiencia y entrenamiento con Dios.
David también tenía el corazón de un guerrero y como Rut, estaban comprometidos y eran leales a su misión en esta tierra. Estaban comprometidos con su padre. David eligió quedarse en el campo de batalla y pelear.
El corazón de un guerrero vive en el linaje familiar, a medida que llegamos a Jesús.
Jesus
Al igual que David, Jesús pasó los primeros treinta y tres años de su vida entrenando, caminando por las pruebas, aprendiendo y confiando en su experiencia con Dios, para apoyarse en el llamado que estaba puesto en su vida, el llamado a ser el cordero del sacrificio, que quita los pecados del mundo.
Jesús pasó sus años en esta tierra, preparándose para el día en que emprendería el largo viaje, por la vía dolorosa. Caminó voluntariamente paso a paso por el camino del sufrimiento. Cada paso, fue su propia elección.
Jesús está en el Huerto de Getsemaní orando. Orando desesperadamente a Dios por fortaleza, orando para que si hubiera alguna otra manera, que así sea. Mientras, hacia esta oración desesperada, se ubicó cerca de los discípulos, en los que más se había volcado, que dormian.
Marcos 14: 41-42 “Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega”.
Es en ese momento que Jesús, se encontró cara a cara con por quienes iba a morir. Aquellos que decian amarlo, pero no podían permanecer despiertos para orar con él. Los que decían amarlo, pero lo traicionan por algo de plata. Los que decían amarlo y, sin embargo, niegan conocerlo.
En este momento crucial, Jesús tomó la decisión de someterse. Se inclinó, dando un paso delante del otro y apoyandose en su compromiso con Dios Padre, confiando en que había cosas más grandes al otro lado, de esta horrible experiencia por la que tendría que pasar.
Jesús se apoyó en su experiencia con Dios y confió en que el espíritu de Dios lo ayudaría. Confío en que el Espíritu de Dios sería su fuerza. Eligió quedarse, abrazando su corazón de guerrero, que lucharía en nombre de toda la humanidad contra el maligno. Jesús confiaba en su entrenamiento, sabiendo que había luchado contra el maligno antes, y que ahora se encaminaba a luchar contra él una vez más. Pero esta vez, al igual que David y Goliat, sería una batalla de una vez por todas.
Padre Rey, ayúdanos a tus hijos e hijas a mantenernos comprometidos contigo, a confiar en la formación que nos has dado, en nuestra experiencia de vida y apoyarnos en el proyecto y el llamado que tienes para nuestras nosotros. Te agradezco por enseñarnos lo que significa quedarse, cuando es más fácil huir o seguir nuestro propio camino. Gracias por los ejemplos de los hombres y mujeres de la Biblia que nos brindaron lecciones valiosas y transformadoras de coraje, resiliencia y lealtad.
Dios, reconocemos que no somos nada sin ti. Ayúdanos, como a Rut, a unirnos a ti. Ayúdanos, como a David, a reconocer las oportunidades que nos has dado, y ayúdanos a ser como Jesús mientras nos apoyamos en el llamado que has puesto en nuestras vidas. En el fuerte nombre de Jesús,
¡Amén!
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