Vive por fe, no por vista: Bondad
¿Alguna vez alguien se ha tomado la molestia de ser amable contigo? Alguien que tal vez ni siquiera conozcas tan bien, ¿Has recibido amabilidad sin ninguna razón aparente?
No sé ustedes, pero este tipo de amabilidad es difícil de aceptar. Es difícil no ser escéptico, ante la amabilidad inmerecida o inesperada. “¿Hay alguna trampa?” O “¿Es esto una broma?”, son pensamientos normales.
Aceptar la bondad de una fuente inesperada nos hace vulnerables porque, aceptarla significa, abrazar la ayuda que no queríamos admitir que necesitábamos. Requiere tragarse el orgullo y un corazón de genuina gratitud.
¿Cómo te sientes cuando alguien hace todo lo posible por ti? ¿Es una reacción instintiva comenzar a formular un plan, sobre cómo le devolverás el dinero? O simplemente y humildemente dices “gracias” y aceptas el regalo de la bondad y la generosidad de esa persona.
Pero, ¿qué pasa con la bondad que Dios nos extiende? ¿Cómo es la bondad de Dios? ¿Eres capaz y estás dispuesto a aceptar Su bondad?
A veces, nuestro pensamiento puede ser muy blanco o negro. Creemos que solo las cosas buenas deben sucederle a las personas buenas y las cosas malas, deben sucederle a las personas malas. Si somos honestos, así es como queremos que se vea la bondad de Dios.
Pablo, nos enseña una teología diferente de la bondad:
Romanos 2:4 “¿No te das cuenta de que menosprecias la benignidad, la tolerancia y la paciencia de Dios, y que ignoras que su benignidad busca llevarte al arrepentimiento?”
En este versículo de Romanos, entendemos que Dios demuestra su amor y bondad sobre todas las personas con un propósito. Su propósito es, “llevarte al arrepentimiento”. Su bondad es para todos, incluso para aquellos que aún no lo conocen.
El mayor acto de bondad de Dios fue enviar a Jesús a la tierra. Su mayor acto de bondad fue darnos a Jesús, el perfecto, sin mancha y sin pecado para pagar el rescate por nuestras vidas. Jesús pagó el precio por nuestras vidas rotas, desordenadas y disfuncionales.
Tito 3:4-5 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, y no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”.
¿Captaste eso? Su bondad no tuvo ni tiene nada que ver con nosotros. Su bondad no depende de nuestra “santidad” o de nuestra “aceptación” de él. Su bondad depende de él, Su carácter.
Sin embargo, como Pablo nos dice en Romanos, es “que su benignidad busca llevarte al arrepentimiento”. Su bondad es lo que hace que nuestros corazones se ablanden, y nuestros pensamientos y acciones cambien. De hecho, a medida que experimentamos la bondad de Dios, comenzamos a transformarnos de adentro hacia afuera.
Lo que es difícil para mí de entender, es como tratar de darle sentido que cosas buenas, le suceden a la gente mala, ¿por qué Dios es amoroso y misericordioso incluso con aquellos que le dan la espalda?.
En el Antiguo Testamento, vislumbramos la conexión de Dios con su pueblo. Él no los abandona, ni los niega debido a sus malas decisiones y rebelión.
Nehemías 9:17 “Se negaron a escucharte y se olvidaron de los hechos maravillosos que habías hecho por ellos; al contrario, se volvieron duros y rebeldes, y buscaron líderes que los guiaran para volver a caer en servidumbre. Pero tú eres un Dios que perdona; eres un Dios clemente y compasivo; no te enojas fácilmente porque tu misericordia es grande; por eso no los abandonaste”.
Él tampoco te abandonará a ti, ni me abandonará a mí.
La respuesta a mi pregunta de, “¿por qué Dios sigue amando a los que le dan la espalda?”, es porque Él es bondadoso. Él es paciente. Es lento para la ira. Él es amable. Él es compasivo. Su amor abunda. No tiene favoritos. Él no basa su amor y su bondad en nuestras acciones.
Cuando el caos de esta vida no tenga sentido, y te estés preguntando, “¿por qué Dios permite que a la gente mala le pasen cosas buenas y a la gente buena cosas malas?”, recuerda que Él está obrando. Él está obrando en el corazón y en la vida de todos y cada uno y sabe lo que cada uno necesita. ¿Por qué suceden todas estas cosas? No sé. Pero confío en Él. Confío en su bondad.
Saber que Él está obrando puede traer paz en medio de las tormentas de esta vida. Confía en Su bondad. Confía en Su compasión. Confía en Su amor. Confía en Su paciencia. Confía en él.
Padre compasivo, amoroso y bondadoso, me uno a mis hermanos bajo la sangre de Jesucristo, y te pido Padre ojos para ver tu bondad. Ayúdanos a ver tu bondad, actuando a nuestro alrededor. Ayúdanos a ser tan transformados por tu bondad, que podamos caminar por fe a través de circunstancias inciertas y no por la vista.
Dios, oro para que podamos apoyarnos en estas promesas de tu Palabra. Gracias porque podemos saber que tu amabilidad hacia nosotros no se basa en nuestro desempeño, sino en tu carácter. Te agradezco el que no nos abandones, incluso cuando te damos la espalda. Te agradezco que estés guiándonos a todos hacia el arrepentimiento. Rezo por nuestra familia y amigos que aún no han decidido mirar hacia ti, que experimenten tu bondad de una manera poderosa. Para que no quede duda en sus mentes de que tú, te preocupas por ellos, y que tengan hambre y sed de encontrarte a ti, el único que puede satisfacerlos.
Gracias por ser un Padre paciente, que nos entrena, moldea, poda y ama. Que todo nuestro ser, ir y venir sea para tu gloria. En el poderoso nombre de Jesús, Amén.
Transcrito por Carola Peré-Vera
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