Dale la gloria a Dios: vive por fe, no por vista
¿Alguna vez te detienes? ¿Alguna vez te detienes y miras a tu alrededor? ¿Alguna vez te detienes, miras a tu alrededor, y te das cuenta de todo lo que hay?, ¿Reparas en algún momento en los intrincados detalles de una flor? ¿En las risas de los niños? ¿En el aroma de los alimentos frescos? ¿En el majestuoso brillo de las estrellas del cielo?, o ¿Los patrones creativos de un copo de nieve?
Ese es nuestro día a día, todos los días vemos belleza, todos los días vemos a Dios en su creación.
Detente. Mira a tu alrededor ¿Qué ves? ¿Qué hay a tu alrededor hoy? Deja que tus ojos absorban la belleza que te rodea. Dios está en cada flor, cada risita, cada plato de comida, estrella y copo de nieve. Dios está aquí y en todas partes. Él nos da la belleza y la maravilla de la creación para que podamos conocerlo.
Andar por fe, es andar sin ver, reconociendo la mano de Dios en todo lo que nos rodea, es caminar, un paso a la vez sin saber cómo se desarrollarán los detalles, pero confiando en que Dios está en todo.
La creación que nos rodea apunta a la gloria de Dios. Cuando vemos y experimentamos la grandeza de la creación, evoca una sensación de asombro y nos ayuda a comprender nuestro lugar en la creación de Dios. Nos ayuda a entender que estamos ante la presencia de Dios. Ver para creer – así dice el proverbio (laico). Pero en este caso, en el de ver la grandeza de la creación, nos ayuda a creer en Dios, tener la certeza de que Él existe y, por tanto, nos ayuda a acrecentar nuestra fe.
Aunque PODEMOS ver la grandeza de lo que nos rodea, todavía hay personas que no entienden, ni aceptan a Dios como creador, no lo aceptan, no lo reconocen, ni le dan gloria. Porque, incluso cuando la evidencia está justo frente a nosotros, todavía tenemos que dar el paso necesario de aceptar la verdad , confiar en ella, y abrazarla.
Mientras leía y estudiaba unos versículos, en Romanos 1:20-23, surgió una pregunta para mí, por lo que entonces, te hago la misma pregunta.
¿Con qué frecuencia, la evidencia de Dios está justo frente a nosotros y como queremos, que la respuesta sea diferente a Dios, negamos lo que vemos?
Caminamos por vista más, que lo que caminamos por fe. Sin embargo, incluso cuando tenemos a la vista la evidencia, los ojos de nuestro entendimiento, nuestra fe, no está dispuesta a aceptar lo que vemos. Entonces, nos inquietamos y buscamos otras respuestas.
¿Será que Dios, que Jesús, es la respuesta a todas las preguntas de la vida? ¿Será que la creación es evidencia de su presencia en acción, incluso cuando no podemos verlo trabajar, en la situación por la que estamos pasando?
Creo que Él es LA RESPUESTA. Que no importa por lo que estemos pasando, todo regresa a Jesús. Todo se reduce a caminar por fe y no por vista. Todo se reduce a elegir la fe, incluso cuando no podemos ver.
El apóstol Pablo, en su carta a la iglesia romana, dice esto de los judíos y gentiles de la época, en (Romanos 1:20-23) : “Porque desde la creación del universo, sus cualidades invisibles, tanto su poder eterno como su naturaleza divina, se han hecho claramente visibles, porque se pueden entender por lo que él ha hecho. Por lo tanto, no tienen excusa; porque, aunque saben quién es Dios, no le glorifican como a Dios ni le dan gracias. Por el contrario, se han vuelto vanos en su pensamiento; y sus corazones faltos de discernimiento se han oscurecido. Pretendiendo ser sabios, ¡se han vuelto necios! De hecho, han cambiado la gloria del Dios inmortal por meras imágenes, como un ser humano mortal, o como aves, animales o reptiles”.
Mientras leía estos versículos, me dio un nudo en el estómago porque habla de aquellos que saben quién es Dios, pero no le dan gloria.
Es como si quisieran que la respuesta fuera diferente, como si no estuvieran satisfechos con que Dios sea la respuesta, porque confían en la sabiduría del momento, en lugar de la sabiduría eterna de Dios.
¿Con qué frecuencia mi pensamiento se desvía de esa manera? ¿Estoy descontento con la respuesta de Dios? Así que trato de fabricar mi propia solución, aparentemente más conveniente, pero que a la larga, termina causando más daño que bien.
La sabiduría de Dios, su presencia, su consejo no vacila ni cambia. La visión de Dios sobre el pecado, el bien y el mal no cambia, aún cuando nuestra sociedad quiera que cambien las reglas de Dios. Su palabra es definitiva. Sus palabras son irrefutables. Y su existencia es profundamente visible para todos los que elijan aceptar la belleza total de la creación de Dios.
Estos versículos de Romanos hablan tanto de los judíos como de los gentiles “que dicen ser sabios”. Y una cosa es cierta, las personas que conocen a Dios, reconocen que cuanto más saben de Dios, más se dan cuenta de lo poco que lo conocen, y como la sabiduría de Dios, ni siquiera está en la misma escala de medición que la sabiduría humana.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (Isaías 55:8-9)
Al leer las palabras de Pablo a los romanos, entendemos que dar la gloria a Dios es un excelente punto de partida, para mantener nuestra mente en el camino de Dios. Mientras le damos la gloria por las cosas que podemos ver, como la grandeza de su creación, lo reconocemos más y más en nuestro ir y venir diario.
Cuando le damos gloria por lo que podemos ver, ayuda a crecer nuestra fe en Él por las cosas que no podemos ver. Y, por lo tanto, nuestro andar por fe y no por los músculos de la vista, se fortalece a través del ejercicio de confiar en él.
Dios, vengo ante ti hoy, y te pido claridad. Te pido que nos ayudes, a nosotros, tus hijos, a ver las áreas de nuestras vidas, en las que antes no vivimos por la fe, sino por la vista. Que nos ayudes a ejercitar nuestros músculos de la fe, a confiarte las cosas que podemos ver, como la creación y las que no podemos ver.
Y Padre ayúdanos a practicar el darte la Gloria, cuando vemos la obra de tus manos, que no nos olvidemos de siempre, darte la gloria. Que reconozcamos hoy, que somos obra tuya y te demos la honra por cómo nos has hecho y diseñado. Que podamos darte gloria tanto por lo que se ve, como por lo que no se ve, y confiar en que te estás moviendo, trabajando por nosotros, para llevarnos a una relación más profunda contigo. Oro, en el precioso nombre de Jesús, amén.
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