Vivir por fe, no por vista: Imposible?
Esta mañana, desde mi silla donde les escribo la “Copa de la Esperanza”, me senté con el corazón triste, preocupado y apesadumbrado. Miré hacia arriba y en el alféizar de la ventana hay un cartel de madera, que dice: “La fe no hace las cosas fáciles, las hace posibles”.
¡Cómo mi corazón puede relacionarse con ese pensamiento!
¿Alguna vez has pasado por una temporada, ya sea corta o larga, en la que tu mundo parecía estar desmoronándose, y solo añoras los días “fáciles”?.
Durante los últimos dos años y medio, mes a mes, día a día, como familia nos hemos enfrentado cara a cara, con la realidad, de la fragilidad de la vida humana. La vida es frágil, aunque magistralmente diseñada. Una vida frágil no es una vida fácil, como tampoco es fácil, una vida construida sobre la fe.
Hay días en los que creo que mi corazón no puede con mucho más. Hay días en los que estoy rodeada de mucha gente y me siento sola. Hay días en los que me parece que mis lágrimas nunca se detendrán. Hay días en los que me siento insensible, atascada e insegura y días en los que me es difícil respirar, por el peso de la preocupación.
He tenido innumerables conversaciones conmigo misma sobre la fe, a través de todo este sufrimiento, pérdida y enfermedad. Hubo un tiempo en mi pasado, en el que me convencí de que:
Si tenía suficiente fe, este sufrimiento no debería doler tanto, si simplemente se lo entregara a Dios por completo, y entonces no sentiría las ramificaciones del duelo, la tristeza y el dolor.
Y luego, leí a Job. Y mi pensamiento cambió.
Esto es lo que sé. La pérdida es la pérdida. Duele. Deja una herida que únicamente Jesús puede sanar a través del bálsamo de su amor, tierna misericordia y compasión.
Job superó su sufrimiento e incluso las acusaciones de sus amigos, gracias a la fe en Dios, en su libro expresa la angustia y la agonía de todo lo que pasó.
Job no fingió que no estaba dolido, angustiado, triste, enojado y cuestionando a Dios. Pero, ¿eso significaba que Job no tenía fe?
Cuando leo a Job, en relación con mi propia vida, mi propia pérdida y sufrimiento, encuentro que la honestidad de Job sobre la condición de su corazón, sus honestas preguntas a Dios, su clamor, fueron las mayores demostraciones de su fe en Dios.
A pesar de todo, él no renunció a Dios, a pesar de todo, él no abandonó a Dios, a pesar de todo mantuvo su fe, confiado en su Padre, apostando con sus peores cartas, con mucha fe, se lo dio todo a Dios.
Entonces, el objetivo de mi reflexión, no es compartir contigo la pena de mi corazón por tu simpatía. Comparto contigo el dolor de mi corazón, para que sepas que no estás solo en tu sufrimiento. Comparto para que sepas que no tienes que fingir, que no te duele. No tienes que pretender, que esta etapa de tu vida no ha sido difícil de atravesar, puedes admitir que ha habido días en los que anhelas lo “fácil”.
El consuelo que he encontrado en esos momentos más bajos, estando cara a cara con la fragilidad de la vida, es Jesús. En esos momentos cara a cara, he visto a Dios más claro que en cualquier otro momento de mi vida. He encontrado al sustentador de mi vida, el que me da aliento y vida. Cuando no queda lugar a donde ir, cuando la esperanza es todo lo que queda y rendirse no es una opción, ahí está Jesús.
Aunque nunca desearía sufrimiento para mí, ni para nadie. Pienso que nunca habría conocido a Jesús, de la manera que lo hice, sin la tristeza, sin sentir que no tengo otro lugar a donde ir, sin nada que hacer, más que poner mi CONFIANZA, ESPERANZA y FE, en aquel que hace que todas las cosas posibles.
Ese letrero de madera en mi oficina tiene la cita de: Lucas 1:37, “Porque nada hay imposible para Dios”.
El Señor puede sostener mi corazón. Mi corazón, esta vida y el sufrimiento no son demasiado grandes para que él los sostenga. Él puede responder mis preguntas y puede escuchar mi grito de ayuda. Si Él puede hacerlo por mí, seguramente lo hará por ti.
En el video de “Cup of Hope” – COPA DE LA ESPERANZA, del lunes comenzamos viviendo por fe y no por vista, hablando de la creación. En ese video compartí, Jeremías 32:17, “Oh, Soberano Señor, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tu brazo extendido. Nada es demasiado complicado para ti”.
Estoy orando y preguntando: “Dios, ¿qué es lo que quieres que aprenda de todo esto?, no quiero perderme ni un ápice de lo que quieres hacer en mí, y a través de mí”. Creo que Dios me ha enfocado esta semana en su creación, la belleza de la vida a mi alrededor, para recordarme esto mismo, que nada es demasiado difícil para él. ¡Nada es imposible para DIOS!
En los últimos dos años y medio, Dios me ha levantado la cabeza, al decir “SÍ, ELIJO CREER, QUE NADA ES IMPOSIBLE PARA TI”. A pesar de lo que veo a mi alrededor, a pesar del dolor que siente mi corazón, elijo confiar en ti Padre. La fe es una elección. Elige creer hoy en medio del dolor, en medio de las preguntas y en medio del sufrimiento.
Tal vez tu mundo se sienta, como si se estuviera abriendo por las costuras. Quizás te has convencido a ti mismo, o te han convencido otros, de que tu fe es pequeña, porque todavía te sientes herido, y no te has permitido sentir el dolor y llamarlo fe.
Donde quiera que te encuentres en el espectro de dolor y de lucha con el sufrimiento, el propósito de este blog hoy, es que te animes a entender que está bien sentir tristeza, sentir dolor, y eso no significa que no tengas fe. Yo creo que es todo lo contrario. El dolor es el punto de partida que nos lleva a la fe.
Lo que sea que usted y, o su familia estén enfrentando, aférrese y aférrense a Jesús, Él los levantará.
Podemos caminar juntos este camino de vivir por fe y no por vista, y alcanzar mayores niveles de intimidad con nuestro Padre Dios a medida que caminamos.
Gracias a Él tenemos, el amanecer de un nuevo día, la magnificencia de una puesta de sol, los milagros diarios y todo esto no quiero darlo por sentado. La vida es frágil. La vida en esta tierra es temporal. Esto es solo el comienzo de lo que está por venir. Dios usará todo lo que ha ocurrido aquí y lo corregirá.
¡Él hará nuevas, todas las cosas!
Padre Dios, fortalece a mis hermanos en la fe, para que tengan los ojos fijos en ti. Señor, oro para que cada uno permita, que los inevitables momentos de sufrimiento de esta vida, produzcan un nivel más profundo de fe y confianza en ti. Dios alienta los corazones de aquellos que sufren de enfermedad, pérdida, dolor, angustia, relaciones rotas y matrimonios. Sé que NADA ES IMPOSIBLE PARA TI. Puedes tomar todo lo que parece roto y repararlo, hacerlo nuevo y restaurar todas las cosas. Dios, te doy mi confianza y mi conciencia, te doy la verdad de mi corazón. Bendice a cada uno en el precioso nombre de Jesús. Amén.
Transcrito por Carola Pérez-Vera
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